A la hora de identificar a un violador, una de las principales herramientas de la policía científica, aparte del semen, es analizar los restos de vello púbico encontrados en la escena del crimen. Sin embargo, en la mayor parte de las ocasiones, estos no albergan suficiente ADN para una identificación correcta. Ahora, un nuevo estudio sugiere una nueva técnica forense para atrapar a estos criminales: analizar las bacterias que dejó tras su fechoría.
Francisco Javier Fernandez
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