El hecho de que cuando lleguemos a casa del trabajo y venga o no nuestro perro a saludarnos ya tiene una explicación científica. Por primera vez, un experimento con perros ha comprobado que los canes son capaces de diferenciar entre las distintas expresiones emocionales del rostro humano, pudiendo discriminar con facilidad entre las caras de enfado y las de alegría. La investigación, llevada a cabo por el Instituto de Investigación Messerli de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria), ha sido publicada en la revista Current Biology.
Francisco Javier Fernandez
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