La exposición, sobre todo por parte de las mujeres embarazadas, a las partículas finas contaminantes en el aire (como el polvo o el humo) duplican el riesgo de que el niño cuando nazca sea autista. Es la conclusión del último estudio de la Escuela de Harvard de Salud Pública (EEUU) que recoge la revista Environmental Health Perspectives.
Francisco Javier Fernandez
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